Que me disculpen los puristas del latín si he errado en la declinación del segundo y cuarto vocablos en el precedente título de este post. No pretendo alcanzar la excelencia – a tenor de mi pobrísimo conocimiento del latín -: simplemente, quise dar rienda suelta a mi sarcasmo.
El hombre es un lobo para el hombre, decía el sabio. A menudo, aupados por una visión excesivamente romántica de lo que somos – y fuimos – los navarros, tendemos a creer que toda relación entre nosotros estuvo siempre teñida de concordia, solidaridad, justicia y férrea moral.
Según rezan algunos estudios historiográficos relativos a la emigración navarra a América, fueron frecuentes los abusos de los navarros que hicieron labores de intermediación entre quienes deseaban emigrar más allá del Atlántico y quienes debían recibirles en tierras americanas.

Familia de emigrantes navarros en Uruguay a finales del siglo XIX (Iturria: http://www.euskonews.com)
De ese modo lo recoge Angel Mari Arrieta en su libro La emigración alavesa a América en el siglo XIX (1800-1900). Llamados por el autor agentes o enganchadores, los susodichos eran gente oportunista que, tanto desde América como desde Navarra, constituyeron auténticos fenómenos mafiosos que, en cierto modo, recuerdan bastante a las organizaciones clandestinas que hoy día operan en torno al Estrecho de Gibraltar. Sí, hablo de auténticos delincuentes que, previo pago de varios miles de euros, organizan el paso del Estrecho en cayucos o embarcaciones incluso más precarias.
Pareciera que no hubiera nada nuevo bajo el sol. Nombres como Sarasqueta, Quiroga, Larramendi o Gorrochategui, entre otros, se encargaron durante el siglo XIX de organizar el traslado de muchos aspirantes a indiano. No siempre se revelaron como personas honradas. Especialmente significativa es la carta en la que un emigrante denuncia los abusos de Sarasqueta. La misiva, fechada en diciembre de 1887, revela pasajes como éste: “Razón tenías al hablar tan mal de Sarasqueta, que sin conocerlo te expresabas respecto de él como si toda la vida hubieses intimado con semejante sujeto”. Sobran los comentarios.
Tan importantes fueron los abusos que el ilustre gasteiztarra José Colá y Goiti, testigo de excepción, remitió a la prensa de la época artículos dirigidos a “los emigrantes vasco-navarros” ante “el incremento extraordinario y verdaderamente alarmante” que estaba tomando la emigración. Las promesas que los agentes y enganchadores hacían a propósito de un fácil acomodo en repúblicas como Uruguay o Argentina distaban a menudo con la cruda realidad: los recursos y facilidades que los emigrantes esperaban encontrar a su llegada no eran tales, y fueron bastantes las penurias que un buen número de ellos pasaron allende el Atlántico.

Inmigrantes recién llegados al Puerto de Buenos Aires (Iturria: http://www.subelza.net, tomado del Archivo General de la Nación)
Los artículos de Colá y Goiti fueron recopilados por la Diputación Foral de Álava en el libro La emigración vasco-navarra. El propósito del autor, según se recoge en el libro de Arriesta, era “que no quedara un solo caserío, desde el escondido en el umbrío valle al colgado en la gallarda montaña, en el cual no se supiera la suerte reservada en América a los emigrantes a fin de contrarrestar con nuestros pobres argumentos y verídicos datos, las innobles especulaciones de los modernos negreros de esclavos blancos (sic)”. Añade Colá y Goiti que “es preciso dar la voz de alerta a los sencillos aldeanos, para que estén prevenidos contra los manejos de estos tipos burdos y marcados, de rostro gastado, avinagrado gesto y poncho al cuello, de aspecto antipático y sui generis; y hacer observar a los ilusos ciudadanos que no se fíen de las ofertas inconcebibles, formalizadas por otros enganchadores – que pudiéramos llamar créme de la clase – que se disfrazan de personaje, usan pretencioso coche y tienen un pariente en América (a quien nadie conoce) o grandes propiedades (que nadie ha visto) que vienen aquí por negocios (de carne humana) que aprovechando su vuelta se llevan hacia allá algunos amigos (léase colonos) y que cuando bien les conviene se convierten en secuestradores”.
– Hermano Templario –
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¡Muy interesante! Mis bisabuelos vascos llegaron al puerto de Buenos Aires hacia 1878 y se instalaron en la pampa húmeda, en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires.Leo todo lo que encuentro acerca de la inmigración y las fotos me gustan especialmente porque en mi familia no hay recuerdos gráficos.Agradezco la posibilidad de escribirles.
Nelba Huerga Altuna- Rca Argentina
Nelba, muy agradecido por su comentario. Chivilcoy, lo recuerdo (estuve en la Argentina por última vez en 2010, y guardo buenos recuerdos). El placer es mío también, Nelba. Sírvase participar en el blog cuando guste. Para mí es un placer tener lectores al otro lado del Atlántico – más aún si forman parte de nuestra diáspora vasco-navarra -. Agur bero bat, Nelba, eta eskerrik asko. Gracias por su valoración y amabilidad.
Seria interesante leer dicha monografia, Si alguno tiene una version digital. De todos modos hablar de miles de Euros (sic) me parece exagerado, sobre todo tratandose de jovenes provenientes de un ambiente rural y probablemente con pocos o ningun ahorro. A pesar de la diferencia de situaciones ( la emigracion de esa epoca con respecto a los contrabandistas actuales) pocas perras debian tener dichos jovenes. Negreros de esclavos blancos (sic) tambien me suena un poco fuera de lugar. Mi tatarabuelo llego a este pais en esa epoca, y fue a una colonia agricola en Santiago del Estero. La vida rural nunca era facil para esa epoca ( falta de tecnologia, estructura, etc) Pero de ahi a Esclavos hay un mundo de diferencia. Era epoca de guerras Carlistas, no? por cierto la forma correcta seria ” Lupus est homini “
Juanito, saludos cordiales, agur bero bat! La monografía de Angel Mari Arrieta aparece en http://www.amazon.com, pero, por lo que leo, “currenty unavailable”. Entiendo que escribe usted desde la Argentina, Juanito. No sé de qué modo podría hacerle llegar un ejemplar. En realidad, tengo la impresión de que está descatalogado.
Lo que digo de los miles de euros debe ser verídico, a tenor de informaciones de algunos medios de comunicación en España. Y sí, es probable que me haya excedido al hablar de “negreros de esclavos blancos”.
La verdad sea dicha, creo que la vida rural sí fue muy dura, como también debía serlo en estos territorios vascos en los que yo vivo – provengo de una familia de agricultorres -. En cualquier caso, mi admiración para tantos argentinos como usted (¿vasco-argentino quizá?) que tienen razones para sentirse orgullosos de sus antepasados, del gran esfuerzo que hicieron por salir adelante.
Correcto, era época de Guerras Carlistas y en el mismo siglo de reclutamiento forzado para unos vascos que hasta la fecha estaban exentos del servicio militar.
Juanito, próximamente redactaré otra entrada sobre este tema. Me agrada que interese.
Un fuerte abrazo.