Paro en un estableciendo hostelero a la altura de Tafalla, en Navarra. El local hierve de actividad. Pido un zumo de naranja con hielo y me siento en la mesa del fondo, donde se respira un poco de silencio, siempre interrumpido por la mesa más próxima, que rezuma algarabía.
Imagen de la Plaza del Ayuntamiento de Tafalla (Irudia: http://www.cofradiasgastronomicas.com)
De repente, el camarero, un mozalbete natural de Jaca, se ve interpelado por uno de los parroquianos de la citada mesa. Por el acento, el tipo parece andaluz, al igual que la mayoría de los comensales a su alrededor.
– Oiga, estamos en el País Vasco, ¿no?
A lo que el jacetano responde, con aire dubitativo:
– Mmmmm, bueno, sí, están Navarra. Pero usted sabe… País Vasco, Navarra, hay quien lo considera lo mismo, y tal…
La cojo al vuelo y me apresto a intervenir, siempre con el noble deseo de contribuir a sacar de la ignorancia a quien sea menester, por lo que me ofrezco a explicarles en “5 minutos, pues no deseo aburrirles” (palabras textuales).
Llego a la mesa, tomo asiento, y el salero no parece tener fin. En su mayoría son andaluces, de Sevilla y Granada, pero uno de ellos, el que más ríe, es catalán. Entre risa y risa, encuentro el momento de comenzar mi exposición. “Navarro y vasco son dos caras de la misma moneda, pero todo comenzó allá por el siglo IX, con la fundación del Reino de Pamplona, cuando…”.
No llego a terminar la frase, ya que uno de los comensales me interrumpe:
– Verá, déjenos tranquilos, como ve, estamos compartiendo…
A lo que respondo:
– OK, como gusten. Que disfruten su comida.
Reconozco que no me agrada que me interrumpan nada más empezar a explicar algoespecialmente si cuento con la venia. Pero me trago el orgullo y regreso a mi mesa.
En esta vida, toda obra que se precie comienza con una pizca de interés. Algo que lo que probablemente carecen aquellos viajeros. Acaso prefieran, sencillamente, seguir con su animada charleta y un rato más tarde, cuando lleguen a sus hogares, quizá (sólo quizá) disfrutar un buen rato del Sálvame o cualquier otro programa televisivo tan ligero de entretenimiento como de cascos.
“¿No está hecha la miel para la boca del asno?”. Es posible. De lo que no me caben dudas es de que crecemos como personas en la medida en que ensanchamos nuestro conocimiento. Pero para ello es necesario darnos un tiempo, hacer un alto en nuestra azarosa vida. No es más sabio quien más sabe, sino quien más dispuesto está a aprender. Y una cuadrilla entera ha desperdiciado una ocasión de oro para conocer mejor el terreno que en ese momento estaban pisando.
No debemos extrañarnos entonces de que muchos se hagan preguntas. ¿Por qué el alcalde de Pamplona habla vasco? ¿Qué pinta una nacionalista vasca en el Gobierno de Navarra? Ah, pero, ¿el nombre del Club Atlético Osasuna es de origen vasco? No hay peor desgracia para un ignorante que no tener a su lado a nadie que le saque de su ignorancia. Pero aún más triste es que un ignorante no desee ensanchar su conocimiento.
– Raúl Arkaia-
Utzi erantzun bat