Recientemente, una persona muy allegada me hablaba de la posibilidad de emigrar por motivos laborales. Descartada la inmigración más allá de la Península Ibérica – esta persona habla portugués y castellano -, me aseguraba que no entraba en sus planes marchar a Cataluña, ya que, según sus propias palabras, jamás aprendería una lengua por imposición.

Imagen reivindicativa de la lengua catalana (Iturria: elperiodico.com)
El talante de mi amiga no dista mucho del que mantiene un buen número de españoles que, orgullosos de su lengua común, se resisten como gato panza arriba a aprender la lengua oficial (cooficial) de algunas comunidades autónomas.