La evolución de este nombre, a partir del originario semítico nahar, sería la siguiente: la h intermedia, que en el original había de ser una aspiración gutural quizás muy fuerte, se convierte directamente en f; y luego la f se convierte en v, quizá a través de una intermedia p. Es decir, la forma originaria nahar pasa al vasco nafar, nafarra (Nafarroa); y la forma vasca nafarra a su vez pasa a la forma romance Navarra, a través quizás de la forma intermedia, muy vasca y muy usual también, de naparra (como pagu pasa a bagu, y pekatu a bekatu y pake a bake y par a barre, etc.). Y por fin al margen se conservaron también otras formas (las más próximas al original semítico): Nahar (de Nahárruri) y Najarro con Nájara o Nájera. El proceso evolutivo que decimos parece completamente lógico, ya que se mueve dentro de postulados lingüísticos al parecer muy normales; desde luego, es normal la alternancia vasca de las f, p, Nafarra, Naparra (vide fagus, pagu, Francisco, Praixko, Fermin, Permin, etc.); como también es normal el paso de la f latina a h romance (vide forma, horma; faba, haba; fagus, haya; fillius, hijo; ferrum, hierro, etc. y fuera del latín hanega, fanega…). Todo parece normal.