En la república de Tatarstán, región del Volga, residen más de 2 millones de tártaros y 1,5 millones de rusos, coexistiendo dos idiomas oficiales, el tártaro y el ruso. Los tártaros conforman la etnia turca más grande de la Federación de Rusia, unos 5.500.000 (el 75% de ellos viven fuera del territorio de la República). Su idioma, el tatar, pertenece a la familia de lenguas túrquicas.
La desintegración y estallido de las estructuras políticas federales y del gobierno central de la URSS conllevó a Tatarstán a hacer una declaración de su estado de soberanía el 30 de agosto de 1990. El presidente de la república tártara Mintimer Shaimíev, eligió el diálogo con Moscú más que el enfrentamiento, y tras tres años de negociaciones, en el marco del proceso de federalización de Rusia, llegó a un acuerdo en 1994 con Borís Yeltsin, firmando un tratado bilateral en el que quedaba formalmente garantizado el desarrollo de la autonomía de Tatarstán dentro de la Federación Rusa.
Con Vladimir Putin desde el año 2000 en el poder, las medidas de recentralización han sido constantes y progresivas, a tal punto que se podría considerar a la actual Federación de Rusia un mero formalismo, tratándose, más bien, de un Estado Unitario. Tatarstán es la república más poderosa y el último bastión del federalismo en Rusia, pero las restricciones a la autonomía impuestas desde el Kremlin, y, muy particularmente, las implementadas a todos los niveles (político, económico, administrativo, educativo) en este último año, dejan poco margen a la esperanza en una reconducción del proceso centralizador. Sirva de ejemplo paradigmático lo que está ocurriendo actualmente con el tema de la enseñanza de la lengua.

El presidente ruso Vladimir Putin, durante una visita a la República de Tatarstán
(Fuente: http://www.kremlin.ru)
Más de un cuarto de siglo ha pasado desde el colapso de la URSS. Ya desde aquel entonces, se apuntaba la necesidad imperiosa de conseguir en Tatarstán un bilingüismo real. La enseñanza en tatar de todos los escolares de la república, sin excepción, se justificó inicialmente para la consecución de este objetivo. La idea era que todos los residentes de la república pudieran comunicarse entre sí en dos idiomas, al menos a nivel cotidiano. En la práctica, a partir de los logros visibles de la política lingüística, hoy se puede ver el tímido regreso del tatar a la vida ordinaria de los propios tártaros. En la época tardo-soviética había muchos que se avergonzaban de hablar tatar, temerosos de parecer un aldeano rústico. Ahora, el oír hablar tatar en la calle, en el transporte público o en los patios de las escuelas secundarias no sorprende a nadie. Todo aparentaba ir bien, el modelo educativo funcionaba sin problemas, la sociedad de Tatarstán era considerada modelo de tolerancia intercultural entre las dos etnias tártara y rusa. Pero todo ha estallado este último año 2017, con las medidas centralizadoras que, en materia de educación, se han impuesto desde Moscú.
En principio, vale la pena considerar un aspecto técnico del problema, por cuanto los dilemas arrancan en 2007. Es entonces cuando la Duma Estatal adoptó la ley federal 309, cuya formulación, sibilinamente redactada, enmascara y oculta la práctica eliminación del componente nacional-regional en el estándar educativo ruso. Fue más tarde, pero sobre la base de esta ley, cuando se creó el Estándar Educativo Estatal Federal que, en opinión de activistas civiles de asociaciones nacionales, dio la puntilla al componente nacional-regional en el sistema educativo. Por cierto, no hubo “comités de padres rusos” contra el estudio de las lenguas regionales antes de estas reformas.
Las batallas del “lenguaje” comenzaron 10 años después. Vladimir Putin, en reunión oficial celebrada en Yoshkar-Ola el 20 de Julio de2017, declaró que no era permisible reducir las horas de enseñanza del idioma ruso en las repúblicas nacionales, que sólo el idioma ruso podía ser un idioma obligatorio para estudiar, y que nadie debería ser forzado a aprender un idioma no nativo. Por tanto, era evidente que con esta proclama se estaba refiriendo a la enseñanza de las lenguas estatales en las repúblicas nacionales de la Federación Rusa, y que, paradójicamente, no incluía a los idiomas extranjeros que se estudian en las escuelas sin el consentimiento de los padres.
Putin dio instrucciones a la Oficina del Fiscal General para que verificara el “cumplimiento de la legislación de la región, en relación con el derecho de los ciudadanos a estudiar voluntariamente su idioma nativo” y que presentara un informe para antes del 30 de Septiembre. Inmediatamente a esta declaración, la fiscalía rusa ordenó a sus oficinas regionales que comenzaran a verificar los resultados del decreto presidencial, y los funcionarios se pusieron a trabajar con celo. Pero en Tatarstán, su ministro de Educación Engel Fattakhov se enfrentó al Kremlin de Moscú describiendo la posición de su departamento diáfana y nítidamente: “La orden del presidente de la Federación de Rusia no puede concernirnos por cuanto el Tatar, idioma oficial de la República de Tatarstán, se enseña de acuerdo a la Constitución de la República y a la legislación regional sobre educación”. Esta posición de principios del ministro suscitó descontento entre diversos funcionarios de Kazán, lo que a la larga le ocasionó hostilidades y posteriores enfrentamientos, que motivaron su ulterior renuncia (o destitución).

Engel Fattakhov
(Fuente: https://rusreality.com)
Siguiendo el hilo de los acontecimientos, a finales de septiembre desde la Fiscalía se inició un hostigamiento a los directores de las escuelas que recibieron instrucciones tajantes de reducir la cantidad de horas de estudio y enseñanza del tatar, amenazándoseles, en caso de retraso en la aplicación de esta norma, con el enjuiciamiento penal. Simultáneamente a las presiones del fiscal, comenzó una campaña de (des)información, arreciaron las actividades del llamado “comité de los padres de habla rusa” que instaban a la supresión de la obligación del tatar y exigían su traslado a la categoría de materias optativas (tales como clases de costura, y sin realización de ningún tipo de exámenes finales). Pero este comité, envalentonado por el apoyo de los medios afines, pasó progresivamente de los gritos iniciales de protesta sobre la ineficacia de los métodos de enseñanza del tatar, a los de su abolición completa en las escuelas, para después requerir la cancelación de su estatus oficial, y, definitivamente, concluir que la república no es un Estado, por cuanto no hay necesidad de la existencia de un Estado para proteger al tatar.
Mientras tanto, inevitablemente, en las escuelas de Tatarstán se crea el caos y la confusión, los directores de las escuelas se ven obligados a cambiar el programa educativo, decenas de maestros de la lengua materna son expulsados, y, muy frecuentemente, se tiene que escuchar la opinión de que enseñar un idioma en la escuela no es tan importante, porque lo principal es mantenerlo en la familia. Se trata del razonamiento básico del nacionalismo gran-ruso, que pretende justificar la eliminación de la educación en las lenguas minoritarias alegando que es el propio tártaro el verdadero culpable de la pérdida de su idioma, por cuanto si se hablara en familia, no habría problema.

Pavel Shmakov, director de un colegio en Kazan, fue suspendido por negarse a retirar la obligatoriedad de la enseñanza del tatar en su centro.
(Fuente: https://www.rferl.org)
No obstante, esto no es óbice para que estas mismas personas consideren vergonzosas y antidemocráticas las posturas de los gobiernos de Letonia, Estonia o Ucrania, por el cierre de las escuelas rusas. Es decir, incluso estas personas, que no son muy racionales, sensatas y prudentes en sus razonamientos, reconocen el papel de la política lingüística para garantizar la existencia de cualquier idioma en el mundo moderno. Su desfachatez y cinismo no tiene límites, por cuanto ellos mismos se dan cuenta de la evidencia de que, en un mundo globalizado, para la supervivencia de las lenguas locales se necesita, a partir de la voluntad política del estado, la implementación de políticas lingüísticas para preservar los idiomas de las minorías, que se encuentran en una posición inicialmente vulnerable en relación al idioma hegemónico.

Protesta de padres pro-rusos contra la enseñanza del tatar (año 2011)
(Fuente: https://www.rferl.org)
Pues bien, la población de la república partidaria de la preservación del tatar y de los pocos logros de soberanía que aún permanecían, alarmada ante un embate tan obsceno y procaz contra la esencia de su cultura e identidad, impulsa una respuesta con la creación de una comunidad en red, “Comité de los padres de habla tatar”, y haciendo un llamamiento por carta que logra varios miles de firmas de apoyo en pocos días. Asimismo, el poema “Tugan tel” y el alfabeto tártaro “Alifba” se convierten en símbolos de la protesta tártara, surgen movilizaciones espontáneas de protesta en las calles de Kazán. La popularidad del ministro de Educación Engel Fattakhov aumenta de manera espectacular, gracias a la determinación y coherencia de su posición demostrada en la defensa de la lengua, convirtiéndose en el político más popular de la república, en tanto el presidente de Tatarstán Rustam Minnikhanov, por el contrario, será blanco de acerbas críticas por su largo silencio.
Y se llega finalmente al 29 de Noviembre de 2017. Pleno en el Parlamento de Tatarstán. El fiscal, que forma parte de la vertical de mando de Moscú, en actitud intimidatoria, denuncia más de mil transgresiones del derecho a elegir la lengua de enseñanza. Los diputados, coaccionados y amedrentados, aceptan la normativa impuesta por Moscú; es decir, solamente el ruso será el idioma obligatorio, siendo el idioma del Estado de la república optativo, para quienes lo deseen, y, en general, todos los idiomas que no sean el ruso, deberán ser solicitados por escrito. La votación fue unánime y no hubo debate. De hecho, el silencio de los diputados confirmó la abolición de la enseñanza obligatoria de la lengua tártara. Tras la votación del Parlamento, el ministro de Educación de Tatarstán fue cesado en su cargo por haber opuesto resistencia pasiva a la Fiscalía. Fiesta y jolgorio del nacionalismo gran-ruso. En consecuencia se puede concluir -exponiéndolo en román paladino y crudamente- que la reconciliación de los tártaros con el idioma del Estado se equipara con la anexión de Crimea, la derrota de los militantes en Siria e incluso el Donbass.

El fiscal, General Ildus Nafikov
(Fuente: https://www.rferl.org)
Simultáneamente a estos acontecimientos, en la Universidad de Bashkort, ubicada en Ankara (Turquía), tenía lugar una mesa redonda de afamados lingüistas internacionales sobre la situación de las lenguas turcas del mundo que están en peligro de extinción o en posición vulnerable. La actual agravación de la cuestión lingüística en Rusia no pasó por alto, y los participantes hicieron especial hincapié en la situación en Tatarstán y en los datos estadísticos sobre las lenguas turcas de Rusia, que constataban el fuerte descenso de casi un 20% en el número de personas de habla tatar en el país.
A este respecto, es muy significativa la distinta manera de reaccionar que tiene Moscú ante la situación del idioma ruso en Letonia y Estonia, y la del tatar en Tatarstán. En el primer caso, el Kremlin intenta apoyar la educación de habla rusa en Letonia-Estonia para la comunidad rusa. Los rusos tuvieron la posibilidad de realizar protestas, piquetes, manifestaciones en defensa de la enseñanza de la lengua rusa en Letonia-Estonia. Pero las autoridades rusas en la situación de Letonia-Estonia, aunque lo intentaron, no pudieron hacer nada. Y no podía ser de otra manera. Los responsables del Kremlin tuvieron que explicar a la parte rusa que las autoridades bálticas consideraron que era una interferencia en el proceso educativo de sus gobiernos y, por lo tanto, una injerencia en los asuntos internos de sus Estados soberanos. En el segundo caso, el Kremlin decide abolir el estudio obligatorio del tatar, después de avasallar e intimidar a la élite política tártara, así como tras impedir y negar 16 veces a los activistas de la Unión de la Juventud Tártara “Azatlyk” la posibilidad de manifestarse en defensa de su lengua. No sería difícil adivinar cuál habría sido la reacción de Moscú si el gobierno de Ankara, instado y obligado moralmente por la comunidad pan-turca, exigiera la no abrogación del estudio obligatorio del Tatar (lengua túrquica) en Tatarstán.

Manifestación en defensa de la lengua tártara
(Fuente: http://www.rferl.org)
Este empeoramiento y deterioro de la política lingüística del gobierno del Kremlin, que ha acabado con la abolición de la enseñanza obligatoria del tatar, la reducción de horas de enseñanza de seis a dos por semana, la renuncia del Ministro de Educación de la República… recuerdan hechos similares ocurridos hace ya 80 años (un déjà vu).
El poder soviético, inicialmente, no sólo declaró el apoyo a los idiomas nacionales y la posibilidad de utilizarlos en todas las esferas de la vida, sino que también implementó la enseñanza en los idiomas nacionales, dando lugar a un florecimiento de la vida nacional y lingüística. Pero este brote de pujanza acabó bruscamente cuando el Comité Central del PCUS, en decisión adoptada en 1938 y firmada por Stalin y Molotov, reorganizó las escuelas nacionales, impuso la obligatoriedad de la enseñanza en lengua rusa, y tildó a las escuelas de enseñanza de las lenguas “pequeñas” como centros de nacionalismo burgués y anti-soviéticos. Desde entonces la intelectualidad nacional fue reprimida, se congeló la publicación de libros y publicaciones periódicas en idiomas nacionales, se prohibió la escritura latina…y consecuentemente la calidad de la educación en las escuelas nacionales disminuyó, así como su oferta de personal y materiales de enseñanza. De tal manera que, si a principios de la década de 1960 la enseñanza en las escuelas se impartió en 47 idiomas de los pueblos de la República Soviética de Rusia, sólo 10 años más tarde, es decir a principios de la década de 1970, se dio en 30; y en 1982, en 17. La educación secundaria completa solo existía en los idiomas tártaro y bashkir. Llegada la Perestroika, comenzó un renacimiento nacional; pero, para entonces, muchas lenguas ya estaban al borde de la extinción.

Sesión del 29 de noviembre de 2017
(Fuente: http://www.azatliq.org)
Pues bien, la decisión del Consejo de Estado de Tatarstán de abolir la enseñanza obligatoria del tatar el 29 de noviembre pasado, ha sido la etapa final de este drama largamente jugado, disputado y determinado por el impulso político de unas autoridades rusas, obcecadamente obtusas, que llevan mucho tiempo viviendo en una realidad alternativa. Y el asentamiento persistente en esta otra realidad hace que la actual Federación de Rusia, totalmente ofuscada y obnubilada, se haya convertido consecuentemente en un conocido y extinguido Imperio Ruso del siglo pasado, en una “prisión de naciones” colonial, que procura, persiste y repite una política de asimilación de las minorías. A tal efecto, hoy se puede considerar que Rusia es un Estado unitario con un sistema federal ficticio, y el hecho de que el presidente de un país multinacional sea considerado explícitamente como franco nacionalista ruso, es la fidelísima constatación de tal realidad.
La reacción de la sociedad de Tatarstán ante estos hechos es diversa, pero se pueden aglutinar en 3 tendencias. La primera es la prorrusa, en clara sintonía y aquiescencia con la postura asimilacionista impuesta desde Moscú: quiere que todo se decida en el centro, no les gusta el uso del idioma local a nivel oficial. Y, como colofón a estas premisas, consideran que estudiar y conocer el idioma tártaro en Tatarstán les parece arcaico y superfluo.
La segunda, partidaria del actual status federal autonómico, corresponde a la actual élite político-económica y a los restos de la antigua nomenklatura. Abogan por la necesidad de reconocer a Kazán y Tatarstán como la zona más importante de desarrollo etnocultural del pueblo tártaro, proponiendo una amplia autonomía cultural y educativa que posibilite la aplicación de políticas que aseguren el desarrollo del tatar, propicien un bilingüismo real, y preserven la identidad nacional de las futuras generaciones.

(Fuente: http://www.azatliq.org)
La tercera es la nacional tártara, que se aglutina y valida alrededor de la OMC (Centro Comunitario Pan-Tártaro, equivalente al Omnium Cultural catalán). La OMC califica de “crítico” el estado actual del tatar basándose en dos elementos claves. Por una parte, constata que hay evidencia estadística de la disminución rápida en el número de hablantes. Por la otra, recuerda que el 29-11-2017 “el Consejo de Estado de Tatarstán adoptó por unanimidad una resolución, según la cual el tatar, como lengua propia del Estado de la República de Tatarstán, en el marco de los planes de estudio en las escuelas, se impartirá en dos horas semanales y voluntariamente”; decisión que, según los miembros de la OMC, contraviene y contradice la del Tribunal Constitucional de Rusia y la de la Constitución de la República de Tatarstán. Asimismo, recuerda que en 1999 la Conferencia General de la UNESCO “proclamó el 21 de febrero como el Día Internacional de la Lengua Materna”.
Por todo lo cual, concluye con un llamamiento a los tártaros de todo el mundo, declarando febrero como el mes de la lucha por la salvación del tatar. “Todo el mundo que no sea indiferente a la suerte del tatar puede tomar parte en esta lucha. Hacemos un llamamiento a todos aquellos que se preocupan por el destino de la lengua tártara a que escriban cartas al Presidente de la Federación de Rusia, al presidente de Tatarstán, a los diputados de la Duma Estatal de la Federación de Rusia, y a los de la República de Consejo de Estado de Tatarstán, así como animamos a organizar reuniones y manifestaciones en apoyo del tatar”.
Del mismo modo, la OMC exige al presidente de Rusia y a los diputados de la Duma Estatal “restauren el estudio obligatorio de la lengua del Estado tártaro en las escuelas de Tatarstán”, “deroguen las disposiciones sobre la realización de EGE (examen final de educación secundaria) sólo en ruso”, reconozcan el tatar “como la segunda lengua del estado en Rusia”, con el objetivo de “crear un canal de radio y televisión federal tártaro”, así como “reglamentar e instituir un sistema independiente de educación nacional en las repúblicas (estados) de la Federación Rusa”.
-Jesús Pérez de Viñaspre Txurruka-
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